lunes, 7 de septiembre de 2009

Berlín y el presente de la ciudad

 Walter Ruttmann no hace un documental sobre Berlín a pesar de que la cinta si pudiera ser considerada como un documento histórico. En un estilo que podríamos llamar funcionalista logra transmitir el estilo de vida de la ciudad sin necesidad de un dialogo. Pero más que hablar sobre la vida de sus habitantes nos habla de la ciudad como un organismo vivo.

Constantemente como la pantalla se llena de líneas rectas en especial horizontales denotadas con las vías del tren. A pesar de que vemos gente real en situaciones reales son lo menos importante solo son excusas o vehículos para mostrarnos la estructura que las respaldan. El llamarlo sinfonía se presta a la sensación de estar ante una composición que se sigue alimentando incluso de nuestra mirada, esta viva como la ciudad.

Pensar la ciudad debería ser una práctica constante y específica en particular en la arquitectura, así como debiera ser un motivo de reflexión y debate permanentes para nuestra cultura. Porque como la vida, la ciudad se replantea y se re-inventa permanentemente. Porque como los hombres, y todas las conformaciones intelectuales y materiales por ellos generadas, cambia. Entonces la ciudad de hoy, aún siendo la misma, no es mas la que fue ayer, como tampoco es aún la que será mañana.

Es necesario re-descubrir la arquitectura y la ciudad. No la arquitectura oficial, no la del príncipe sino la otra, la anónima, la repetitiva, la que sin ningún capítulo especial en los manuales poco a poco fue (va) conformando la ciudad. Evidenciando su espesor histórico y su carácter acumulativo. En su campo de acción privilegiado, es decir la ciudad. Por supuesto, no la ciudad radiante que hace olvidar a los obreros la necesidad de revolución. Tampoco la ciudad perfecta que, a imagen y semejanza de la máquina, tiene las piezas necesarias para las funciones precisas que todo hombre "ideal" debe respetar. No es esa la ciudad que referimos. Es otra. Tal vez "la" otra.

Hablamos de esa estructura físico-espacial que nos rodea, aquí mismo, que nosotros habitamos y que, a su manera, también nos habita. La ciudad que necesita y resulta de tantos años de trabajo y especulación. Esa ciudad infinita e invisible que nunca se acaba porque siempre está en construcción. Que no tiene uno sino incontables planes y planos inconclusos, resultados de múltiples y contradictorias voluntades, ordenanzas, reglamentos, políticas técnicas y políticas politiqueras, proyectos hermosos casi siempre frustrados y construcciones abusivas siempre jugosas. Contaminada, destruida, reconstruida, conservada, transformada, renovada, necesaria, superflua, enemiga, protectora… Apuntando directamente a su dimensión cultural. Rastreando su memoria para poder conocerla y, a través de su conocimiento, intentar comprenderla. Tipos de edificio y tipos de tejido, trazas y fragmentos, permanencias y discontinuidades, barreras y monumentos, lenguajes, técnicas, significados y formas. La ciudad es un artefacto espacial que tiene sus lógicas y tiene sus reglas. Comprenderlas nos arma para poder modificarla positivamente. Sin ello nuestras arquitecturas serán arbitrarias y la cultura, desde siempre, está reñida con la arbitrariedad.







Fuente

http://www.chasque.net/frontpage/relacion/0503/ciudad.htm

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